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jueves, 23 de marzo de 2017

¡PIEDRA LIBRE PARA NUESTRA SOMBRA!


Lo que pensamos que somos flota en el espacio sin límites de lo que realmente somos.

 Y nuestra mente (la misma que lucha) busca constantemente negar esto y mantenerse  atrapada en la lucha

Siempre que somos incapaces de mantenernos en el ahora, cada dolor emocional deja tras de sí un residuo de dolor que sigue activo en nosotros, solapadamente o no. Se fusiona con el dolor del pasado y queda alojado en nuestro  cuerpo y nuestra  mente. Este dolor acumulado es un campo de energía negativa. Eckhart Tolle lo concibe como casi una entidad invisible. Es el cuerpo de dolor emocional

Y tiene dos modos de operatividad: está inactivo o activo. Cualquier cosa puede dispararlo, especialmente si resuena con un patrón de dolor de nuestro pasado. El cuerpo del dolor quiere sobrevivir al igual que cualquier otra entidad en existencia y  sólo puede sobrevivir si arrastra a nuestro inconsciente, si lo engancha y lo controla por nuestra falta de presencia o sea, por dejarnos arrastrar inconscientemente al pasado.

Entonces se alimenta de cualquier experiencia que resuene con su propio tipo de energía, lo que crea más dolor en cualquiera de sus formas: ira, destrucción, odio, dolor, drama emocional, violencia e incluso enfermedad.

El único modo de disolver esos patrones alimentados con el inconsciente, ya sea de nuestros antepasados, otras vidas o hechos de ésta misma que han dejado su profunda huella inconsciente ¿cuál es?...HACERLOS CONSCIENTE. Detenernos como observadores aún antes de que se disparen o después, si ya hemos sido arrastrados en su corriente inconsciente.

Su supervivencia depende de nuestra  identificación con ellos, así como nuestro miedo a enfrentar el dolor que vive en esa sombra. Pero si no nos enfrentamos a ella, revivirán una y otra vez causando sufrimiento desde programas que “no somos”…pues no los queremos ni los reconocemos como algo con lo que deseamos identificarnos ¿verdad?

Allí está nuestra intuición en pie…NO SOMOS LO QUE DETESTAMOS …cuando nos arrasan esos patrones o programas. Y eso que sí somos tiene el poder de  señalizarnos, al menos lo que no somos, para pillarnos antes de ser arrasados.

Es una observación sin juicio en donde no somos culpables de nada…sino experimentadores que están sacando al área consciente todo lo que ya no quieren cargar…para que no se convierta en “nuestro destino” como decía Jung.

Sé que no les estoy diciendo nada que la mayoría no sepa ya, pero tenemos que re-cordarlo, es decir pasarlo repetidamente por nuestro corazón, no como órgano sino  por lo que es en nuestro campo energético, el centro intuitivo, que nos dirigirá siempre como centro operativo de “lo divino” a la resolución de todas las experiencias en ésta dualidad.

En nuestra sombra no hay monstruos…tal vez sí muchos “fantasmas” en forma de energías de personalidades múltiples, mas todos ellos no pueden ante el poder de nuestra presencia consciente…es más, no es necesario luchar, sino abrazarlos en consciencia perdonando la energía allí acumulada, redimiéndola y dándole un lugar consciente en donde si podamos elegir, desde lo que somos, cómo queremos actuar y  sentir, sin esas programaciones.

Enfrento estos fantasmas a diario…muchas veces al día y estoy  tratando y logrando cada vez más  descubrir sus escondites preferidos y darles un “piedra libre” como en el juego de las escondidas, para librarme y librar a todos los seres de esas zonas inconscientes que  nos dificultan una vida más plena.

Seguramente en el momento que observamos este campo de dolor, sintamos su energía dentro de nosotros  y es el momento de detenernos, poner atención en él y romper esa identificación…dejar de creernos que somos él y poder tomar la decisión de responder libremente. Se logra poco a poco, y cada vez tendremos más éxito en “pillarlo”. Cuando lo hacemos, actuamos desde una dimensión superior de conciencia: nuestra PRESENCIA y desde ella somos el testigo o el observador del cuerpo del dolor. 

Esto significa que no puede actuar más  haciéndose pasar por nosotros, ni puede alimentarse de nuestra inconsciencia.

Tratemos desde este mismo instante de “relacionarnos” con el dolor dentro de nosotros…en lugar de “identificarnos” con él pensando que de esa sombra deriva nuestra identidad.

Cuanta lucha llega, se presenta para señalarnos, mostrarnos, una porción de ese cuerpo de dolor para que podamos verla bien, desde fuera, para darnos cuenta así que NO SOMOS ÉL…ni lo que contiene.

Eso que contiene puede dejar de ser disparadores de sentimientos, pensamientos o acciones que ya no queremos en nuestro campo, para ser indicadores que den su “piedra libre” en éste juego en el que escondimos tanto dolor en la sombra que apenas nos animamos a seguir en el juego. Pero vale la pena…y como estamos todos tejidos en el mismo tapiz del SER…cuando logramos descubrir, concienciar y liberar esas sombras…lo hacemos, como en el juego de las escondidas…PARA TODOS NUESTROS COMPAÑEROS DE JUEGO.

Así sea, y ¡ASÍ ES!

Tahíta

 

 

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